2) Continuaremos trabajando
la masa, hasta conseguir una textura suave y elástica, la cual, al coger un poco,
ésta se nos quede ligeramente pegada a las manos, pero sin llegar al extremo. Formaremos
una bola, la depositaremos en el bol, lo cubriremos con un paño y la dejaremos
reposar 5 minutos.
3) Aprovecharemos ese
espacio de tiempo para preparar el glaseado de chocolate. En un cazo, pondremos a calentar el chocolate de cobertura
(previamente troceado) a temperatura media; con la ayuda de una espátula, lo
iremos removiendo, hasta que se haya fundido completamente. Retiraremos del
fuego, y reservamos momentáneamente.
4) A continuación, en una
sartén grande y honda, pondremos a calentar el aceite de oliva suave con un
trozo de cáscara de limón. Mientras se calienta, le daremos forma a los
pestiños. Cogeremos porciones de unos 25-30 gramos de masa, haremos bolitas y
las extenderemos sobre la encimera con la ayuda de un rodillo, dándole forma
cuadrada y dejándolas lo más finas posibles.
5) Cuando el aceite esté
caliente (160º-170º), retiraremos la corteza de limón; superpondremos las dos
esquinas opuestas de cada extremo, mojándolas con un poco de agua en la unión, y
aplastándolas, para evitar que se nos despeguen a la hora de freírlos.
6) Cogeremos los pestiños
por un extremo, estiraremos los laterales, los dejaremos caer con la unión
bocabajo en la sartén y los iremos friendo en tandas de unos 4-5 (vitrocerámica
al 6). Una vez que suban los pestiños, los dejaremos unos instantes por ese
lado, y le daremos la vuelta; cuando observemos que vayan adquiriendo un color
dorado, los retiraremos sobre una fuente con papel absorbente, para eliminar el
exceso de aceite.
7) Solo nos quedará bañar los extremos de cada pestiño en el
glaseado de chocolate; los pasaremos a una rejilla por si gotea el glaseado).
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